Memoria de una gala

©Pipo Fernández

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Cayetana Guillén Cuervo recuerda su experiencia como presentadora de los Goya con motivo de la 30 Edición

Recuerdo que estaba en la Calle Preciados, probándome unos zapatos, cuando sonó el móvil. Era Mercedes Sampietro, la presidenta. “La Academia quiere que presentes los Premios Goya de este año. Cumplimos nuestra mayoría de edad y nadie mejor que tú para hacerlo”. Se me paró el corazón. Creo que recuperé la respiración para decirle que sí, que era un honor, que qué ilusión más grande. Cuando colgué, dejé los zapatos en su caja, me puse mis botas y eché a andar por la calle como si la fueran a borrar del mapa. Nadie podía robarme la sonrisa. Esa noche era mía. Cuando llegué a casa, me di cuenta que llevaba las botas puestas al revés.

La idea de presentar la gala de los Goya produce una mezcla de orgullo, emoción, agradecimiento y terror absoluto. Tus compañeros han confiado en ti para representarles en su noche más importante, pero a la vez sabes que hay pocas tribunas con tanta exposición pública y que, hagas lo que hagas, te van a cuestionar. Y hay que enfrentarse a ello con templanza. Eres consciente de que te la juegas y quisieras pensar que la empatía, la compasión y el amor del otro te van a salvar del desastre. Hice mi viaje de la mano de Juan Luis Iborra y Antonio Albert, y me tiré a los brazos de Diego Luna para ensayarlo todo. Fue mi pareja de hecho en la intensidad de una autoexigencia agotadora, que, por cierto, acabó bien.

Superarlo es poder caminar a un palmo del suelo. Y formar parte de su historia, uno de los mejores premios a los que puedes optar. Que tu gente cuente contigo es muy reconfortante. Que se acuerden de ti. Que quieran tenerte cerca. La Academia somos todos. Los miembros de una familia que acoge diversidad y ganas de vivir a su manera. Una manera que solo nosotros somos capaces de entender en profundidad y cuyas luces y sombras vamos sorteando como podemos. Nos necesitamos los unos a los otros. Y es una preciosa manera de reconocerlo. E incluso de celebrarlo. Os quiero.