Descubriendo a los nominados al Goya a Mejor Montaje

febrero 1, 2016 30 Edición · ·

Luis Tosar 3

El desconocido | por Jorge Coira

Un proceso alquímico

La propuesta de montar la película El desconocido llegó hace ahora unos dos años y medio, y no pudo llegar en mejor momento. Yo hacía tiempo que tenía ganas de trabajar con Emma Lustres (nos conocemos desde hace años, pero nunca surgió ese proyecto en el que pudiésemos coincidir) y, por primera vez en varios años, todo encajaba bien. Era el momento correcto y, para mí, la posibilidad de acompañar a Dani de la Torre en su primera película era simplemente un regalo.

Conocí a Dani hace ya casi 20 años en un festival de cortos en el que él había presentado una obra hecha con muy pocos medios, pero con un pulso narrativo brutal. Desde entonces nos hicimos buenos amigos, y fui siguiendo con atención cómo se forjaba su carrera, con cortometrajes, publicidad y una tv movie. Siempre pensé que Dani era un claro síntoma de un problema general en la industria del cine de España: no podía ser que a un tipo de su talento le costase tanto levantar un largometraje. Por suerte él nunca desistió y, al final, hasta puede haber tenido un lado bueno que haya tardado tanto en hacer su primera película: que está en un punto perfecto entre esa fuerza poderosa de los directores cuando se lanzan a su primer largo y una madurez como persona que le hace ver las cosas con cierta perspectiva. La relación con Dani fue, sin duda, lo que convirtió el proceso de montaje de El desconocido en una de las mejores experiencias profesionales de mi vida. Desde el principio encontramos ese lenguaje común en el que podíamos discutir cada matiz del montaje, cada intención, cada relación generada a través de las miradas, de las pausas, de las respiraciones… Y pudimos disfrutar juntos –y sufrir juntos– ese proceso alquímico que es el montaje de una película.

Porque aunque es cierto que el músculo de la historia se genera en el rodaje –si lo que capta la cámara no tiene vida, no será posible insuflársela en la sala de montaje– también es cierto que se trata, sin duda, de uno de los momentos más mágicos en la creación de una película. El juego con los tempos, con el ritmo; la búsqueda constante del mejor fotograma de entrada y de salida; el juego de emociones, de distintas verdades que se generan al modificar un corte y, sobre todo, la vida que fluye en la pantalla al yuxtaponer las miradas del narrador (porque eso es en realidad cada plano) es pura magia. Y vivir eso con un amigo es una de esas cosas que hacen que esta profesión valga la pena.

requisitos

Requisitos para ser una persona normal | por David Gallart

Montar es re-montar

Me hace una ilusión especial esta nominación al tratarse de una película rodada entre grandes amigos. Estudié en la ESCAC con Oriol Maymó, Marc Gómez del Moral y Bernat Vilaplana (los tres miembros de ‘Corte y Confección’), y esta es la primera película que hacemos juntos. Y con Paco Plaza y Leticia Dolera nos une una amistad de años, y empezamos a hablar del proyecto desde que Leti tuvo la idea.

Al terminar un montaje uno siempre intenta guardarse todo lo aprendido durante el proceso. En Requisitos para ser una persona normal la lección a recordar sería «cuando crees que ya no queda nada por probar siempre queda una opción que, quizás, sea la buena».

Me considero un montador muy cabezota (y una persona muy cabezota, todo va unido): intento darle todas las vueltas posibles a la estructura, a las escenas, a los diálogos, etc. Como dijo no-sé quién «escribir es reescribir» y yo creo que montar es re-montar. Pero en esta película me he encontrado, por suerte, con alguien mucho más cabezota que yo. Leticia nunca bajó la guardia y siempre estuvo dispuesta a probar y volver a probar para mejorar lo que ya creíamos inmejorable. Me recordó hasta el último día que jamás hay que darse por vencido.

La otra gran lección sería «emprende cualquier proyecto con la ilusión e inocencia de las primeras veces». Por eso me alegro muchísimo de su nominación a Mejor Dirección Novel. ¡Gracias por todo jefa!

Truman Seq restaurante Darin Camara Fernandez 1

Truman | por Pablo Barbieri

La última reescritura

Truman es un película sobre la amistad y la pérdida, que pone la mirada en un momento límite y es muy precisa en la construcción de los personajes y sus vínculos.En este sentido ya desde el guión podía percibirse en detalle el complejo viaje emocional y la forma en la que los personajes se despliegan al punto de sentirse vivos, consiguiendo así que nada parezca abrupto o forzado, escondiendo detrás de una aparente sencillez un relato único. Ricardo Darín, Javier Cámara y Cesc Gay se comprometieron incondicionalmente con la historia y el mundo que iban a narrar, los tres fueron a fondo y eso se agradece, porque es ese compromiso el que permite disfrutar de la construcción de cada situación en toda su plenitud.

En el día a día, Cesc Gay es preciso y detallista en su búsqueda pero nunca pierde el humor, por lo tanto hace fácil lo que en rea­lidad es bastante complejo. En este sentido, trabaja cada aspecto de la película y entiende al montaje como parte de un todo, como la última reescritura que permite precisar el tono y el ritmo de lo que concibió durante el proceso de escritura y la posterior filmación. En esta película en particular, el desafío propuesto no era simple porque debía modular emocionalmente una historia compleja combinando con naturalidad el humor y las situaciones más duras de la manera más honesta, construyendo intimidad con intensidad y ritmo. Además, cabe destacar que la película cuenta con un reparto de grandes actores que han aceptado hacer pequeños papeles, lo que ha colaborado en la construcción de momentos memorables.

Agradezco haber podido compartir con Cesc este viaje cinematográfico lleno de humor negro y sensibilidad. Siento que Truman es una película que logra de una forma muy simple y mágica acercarnos a un tema tabú, y lo hace sin caer en obviedades ni golpes bajos. Truman conmueve por su valentía y libertad.

Un día perfecto

Un día perfecto | por Nacho Ruiz Capillas

Saber leer y escribir

Con relativa frecuencia me preguntan por el proceso de montaje. Yo lamento que lo hagan pues, de manera inevitable, mi respuesta creo que decepciona, porque yo creo que el proceso de montaje está basado en saber leer y escribir. Nada más y, desde luego, nada menos.Me gustaría poder revelarles algo emparentado con la alquimia pero, en el montaje, lo que hay que saber es leer la película en la que estás trabajando y –con dosis de sensibilidad– utilizar el sentido común (algo que existe, créanme).

‘No parece complicado…¿Por qué le han llamado a usted y no a otro?’ Pues es una buena pregunta pero yo desgraciadamente no le voy a poder responder.‘Pero entonces qué tiene de especial la película por la que le han nominado (Un día perfecto)’. Bueno, yo creo que es una de esas raras narraciones en las que el público puede imaginarse dentro de ella y compadrear con los protagonistas. No pasa a menudo. ¿Cuá­­ntas veces sales del cine pensando solamente en la cerveza que crees que te mereces tomar? Y me consta, porque me lo han dicho, que mucha, mucha gente que va a ver Un día perfecto sale del cine con ganas de hablar de la película, de imaginar cómo debe de ser el marrón de andar perdido por un sitio difícil en el momento equivocado y, encima, tener que discutir con burócratas de esos que tratan de explicar “cómo funciona un proceso”. Pues ya se pueden imaginar de qué va esto: hay que intentar encontrar una cuerda para ir al pozo de la manera que sea… ‘Ya ¿y por qué te nominan a ti?’ Pues, francamente, lo ignoro; pero déjennos disfrutar del momento –a mí y a mis otros tres compañeros– que para lo poco que dura esto…