MEJOR ACTRIZ Y ACTOR REVELACIÓN | Irene Escolar y Miguel Herrán trazan en un diálogo sus impresiones sobre el arte, el miedo y la juventud

©Enrique F. Aparicio

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Pueden parecer antagónicos en casi todo, pero Irene Escolar y Miguel Herrán tienen en común mucho más de lo que ellos mismos creen. Un color de pelo similar y unos rasgos que pueden resultar casi familiares son quizá los aspectos más banales que comparten estos dos actores con idéntica vehemencia a la hora de defender sus puntos de vista. El arrebato por esta profesión a la que dedican sus días, haya llegado más pronto o más tarde, les tiene completamente prendados.

Por Juan MG Morán

I:Parece que estaba predeterminada a ser actriz. En mi familia todos son actores desde hace seis generaciones, excepto mis padres, aunque también se dedican al cine. A mí me llama más la atención el caso de alguien que no tiene esos referentes familiares, cómo se le despierta a uno esa vocación tan fuerte.

M: Yo nunca me preocupé en qué estaría haciendo cuando tuviese 20 o 30 años, porque pensaba que me quedaba ahí.

I: ¿Qué quieres decir?

M: Que me moría. Yo no tenía nada que me hiciera luchar o seguir adelante: no me llevaba bien con mi madre, no tenía amigos, no hacía nada. Cuando vi que podía dedicarme a esto, dejé todo para encerrarme a estudiar y convertirme en Darío. Odiaba tanto mi vida que si me podía convertir en otra persona, mejor.

I: Es curioso que todos lleguemos a una conclusión similar. No necesariamente tienes que odiar tu vida, pero sí hay en este oficio cierta necesidad de huida. Este trabajo puede ser un refugio, una salida.

M: Y sirve para expresar muchas cosas que callas en tu vida real. A mí algunas escenas de A cambio de nada me sirvieron de desahogo: yo también había tenido juicios, así que traspasé todo eso al personaje y me quité un peso inmenso de encima.

I: Es una manera fantástica de redimirte. Es curioso porque Miguel parece una persona muy madura, y eso nos dice que a veces lo único que necesitamos para centrarnos es dar con algo que nos motive. Si tienes algo por lo que levantarte por las mañanas, todo funciona; y eso lo dijo Miguel en su discurso, con el que yo me emocioné mucho.

“Has conseguido que un chaval sin ilusiones descubra un mundo nuevo. Daniel, me has dado una vida”. Las palabras de Miguel Herrán, que clavó la mirada en su director para agradecerle tanta confianza, dejaron noqueado no solo a Guzmán, sino a casi todo aquel que esa noche se encontraba frente al televisor. Detrás de todo, la historia de un joven al que, finalizado el rodaje de su primera película, le costó volver a la furia de sus días más ásperos. Tanto, que decidió labrarse otra vida en la que el nuevo Miguel dejase atrás al niño indómito que fue.

I: ¿Es cierto eso de que te encontraste con Dani por la calle y te comentó que quería hacerte una prueba? ¿Te ha dicho alguna vez qué vio en ti?

M: Me soltó directamente si quería hacer una película, luego me ha dicho que vio nobleza en mi mirada. En las primeras pruebas siempre llegaba tarde, con algún colega y sin aprenderme los textos. Tuvo que llamarme muchas veces, hasta cinco, para que yo me empezase a tomar en serio todo esto. Corté de lleno con mi vida, dejé lo que tenía que dejar, me encerré y, tras una semana muy complicada, me convertí en Darío.

I: Me sorprende porque pareces un chico muy sensible, pero te describes a ti mismo como una persona que parece otra.

M: Es que no tengo nada que ver con el que era antes, he dejado atrás al otro Miguel, alguien súper agresivo con el que no se podía hablar, al que su madre le echó de casa varias veces y que lo único que hacía era autodestruirse.

I: Los cambios a veces no dependen de uno mismo, sino de que alguien te dé una oportunidad diferente. Soy una aburrida al lado de Miguel, pero sí noto que para mí este año también ha supuesto cierto punto de inflexión. Cuando eres más joven lo tomas como un juego, pero el miedo llega cuando realmente quieres pagar el alquiler dedicándote a esto.

M: Para mí hacer la película nunca fue un juego, significaba que Dani había puesto toda su vida en mis manos, diez años de trabajo frente a mí, y yo tenía que devolverle todo eso, tenía que saber contar su historia. Él me regaló al Miguel nuevo, el que quiere formarse y vivir de esto.

Hay algo de vacío y de pérdida en los personajes que les han valido el Goya. Escolar y Herrán han estado dirigidos por sendos realizadores noveles que se han encargado de acompañarles navegando en el mar de dudas que han supuesto para ellos dos papeles de jóvenes que, de un modo u otro, representan los titubeos de una generación que ve cómo a su alrededor se desmoronan las oportunidades que se les prometieron.

©Enrique F. Aparicio

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I: Encuentro que hay mucha gente joven perdida porque no acaba de encontrar lo que le mueve. El mundo virtual es dañino, poco real, obsesivo, egocéntrico y en él solo se busca la aceptación social. Vivimos en un mundo muy solitario y necesitamos enfrentarnos al otro, no mirándole a los ojos, sino a través de la pantalla. A la gente joven le falta explorar su parte creativa. Creo que la vida de la gente joven cambiaría si tuvieran teatro obligatorio en el colegio.

M: En mi colegio había teatro y yo hacía de árbol o de piedra. Pero es completamente cierta otra cosa que ha comentado Irene: la gente ahora se mueve más por likes que por notas académicas. En las escuelas se deberían dar más opciones y no dejar compartimentos cerrados: matemáticas, lengua, sociales… Estoy convencido que hay algo más allá de eso. Ojalá hubiese más prácticas para que la gente se apasionase del trabajo y no de lo que hay detrás de él.

I: Por eso hablaba yo del teatro, porque creo que cuando te juntas con gente para tratar un texto, estás poniendo en juego tus emociones, mirando a otra persona a los ojos, y perdiendo el miedo y la vergüenza. Hoy vivimos envueltos en una coraza de recelo, y el arte, la música y el teatro, te hacen escucharte a ti mismo, conectar con tu parte más instintiva. El arte sirve para cuestionarte sin miedo.

Dialogando frente a frente son muy capaces de enlazar el miedo con el futuro. A Escolar le queda un año para seguir girando con El público de Rigola, la adaptación de la obra lorquiana que 2015 le regaló. Junto a Carlota Ferrer sacará adelante una función hasta hoy inédita en España, Black Birds. Miguel Herrán rodará antes de que acabe el año otras dos películas.

M: En esta profesión tienes que tener mucha preparación y suerte, porque sin ella no llegas. Mucha gente pierde el tren porque se desanima antes de que les llegue la oportunidad perfecta.

I: Es igual de bueno saber que estás dispuesto a todo por hacer una cosa como malo. Cuando necesitas algo para vivir, puede ser muy frustrante para ti, porque no siempre lo controlas tú. Las decisiones de terceros que tienen tan poco que ver contigo duelen mucho.

M: Cuando tengo una duda siempre pregunto a Dani qué debería hacer, pero él me ha enseñado a caminar solo. En un rodaje ya no tengo ningún miedo.

I: A mí el miedo que me queda es el de querer superarme y seguir creciendo. Está bien no dar las cosas por hecho. La mayoría de la gente habla de la maldición del Goya, pero yo no creo en maldiciones sino en el trabajo. Los retos te los pones tú, está bien no confiar, no tener miedo pero tampoco perderlo.

M: Sé tan poco de este mundo, estoy aprendiendo ahora.

I: Yo creo que sabes mucho.

Conocedores o no de todo lo que ocurre en las bambalinas del oficio, la noche del 6 de febrero de 2016 volverá a su memoria cada vez que se crucen en sus casas con la ansiada estatuilla. Miguel la ha colocado en su habitación, aquella en la que no pudo dormir durante cuatro días por si todo había sido un sueño. Irene la tiene en el salón, y cuando lo mira siempre recuerda que lo inesperado es siempre más impactante.