“Vivimos tiempos en los que merece la pena recuperar a Lorca”

Paula Ortiz | La novia

©Teo Palomo

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Decía Federico que “el teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”. Algo parecido comentaron los padres de Paula Ortiz, ambos profesores de literatura, cuando vieron hasta dónde había llegado su hija con la adaptación de Bodas de sangre a la gran pantalla –“las películas no son papel, son otra cosa”–. Ortiz, que nació en plena democracia, se declaró empeñada en recuperar la palabra del dramaturgo para preguntarnos quiénes somos. Con su mirada lorquiana y satisfecha por haber ido “lo más lejos posible”, encabeza con La novia las nominaciones a los Goya. Esta tragedia no augura muerte, esta historia no parece tener mal final.

Por Juan MG Morán

¿Sintió cierto vértigo cuando decidió adaptar Bodas de sangre?
Es una doble sensación, pero los textos clásicos son mapas que te están marcando un camino muy claro porque de alguna manera todos nos vemos reflejados en ellos. Hay algo inconsciente cuando te metes a hacerla, tiras del hilo y la haces sin pensar en el precipicio.

Hubo mucho empeño personal en el armado de esta historia.
Este es un proyecto que ha contado con pocos recursos, y se ha hecho con mucho esfuerzo y el convencimiento de que valía la pena recuperar una historia de Lorca con lenguajes nuevos.

Se enfrentó a una tragedia sin paliativos.
Estamos en un tiempo trágico, y las tragedias, aunque la gente pueda pensar que son historias tristes, no lo son: son cuentos épicos que te hacen grandes preguntas sobre la vida en común. Surgen siempre en momentos de derrumbe y reconstrucción, en momentos de crisis fundacionales, sociales, de conciencia colectiva.

¿Era preciso contar esta historia hoy?
Creo que ahora estamos en un momento necesitado de relatos que lancen las preguntas esenciales, que se nos vuelva a preguntar quiénes somos, qué deseamos, qué tenemos y cómo queremos vivir.

¿Tuvo que escuchar muchas veces que con La novia se estaba lanzando al abismo?
Oí bastante aquello de que ‘cómo iba a meterme ahí’. Nadie en el equipo cuestionó que fuese necesario, pero sí es cierto que tenemos a estos autores en una atalaya, sacralizados. En Inglaterra no hay temor alguno a adaptar a Shakespeare en muchos formatos, pero parece que nosotros no nos damos cuenta que estos relatos son todavía hoy los espejos que mejor cuentan quiénes somos.

¿Considera que el tiempo le ha dado la razón?
Creo que sí, porque a veces los intelectuales y los teóricos debe­rían conectar más con la respiración y la sensibilidad de los tiempos, porque estos son unos días en los que merece la pena recuperar a Lorca, su mundo, su palabra y sus preguntas.

©Jorge Fuembuena

©Jorge Fuembuena

Lo más lejos posible

¿Qué valor le da a los premios?
Los premios son importantes como refuerzo al trabajo, muy importantes para las películas pequeñas como plataforma mediática y educativa. Para los que estamos empezando suponen un gran empujón, reconocen que seguimos aprendiendo, que intentamos hacerlo bien y que la gente reconoce el aprendizaje y las nuevas propuestas.

Es la primera edición de los Goya en la que dos mujeres están nominadas a Mejor Dirección.
Me lo han contado como un hito, algo nuevo y anómalo, y considero que es lo justo porque ha habido muchas generaciones de mujeres trabajando para que hoy, las que venimos, estemos preparadas. Me da una alegría íntima que sean las dos películas con más nominaciones porque creo que hacemos proyectos muy sólidos, no sé porque la industria sigue siendo estadísticamente tan reticente.

Comparte la categoría de dirección con tres realizadores a los que admira.
Me siento profundamente honrada de compartir este reconocimiento con estos autores y las películas que han sido elegidas porque demuestran una enorme salud en la imaginación y la conciencia narrativa, en la ética y la estética que tiene nuestro cine. Son para mí grandes referentes, narradores honestos que saben mantener el pulso de los relatos. Aún recuerdo perfectamente el día que vi Krámpack.

A la filóloga que también es, ¿le gustaría adaptar a otros autores españoles?
Actualmente trabajo en una versión de guión con Juan Mayorga sobre uno de sus textos, El arte de la entrevista, pero ya le he pedido permiso para que sea muy diferente a la puesta en escena. Como me fascinan los mundos que están en el umbral entre lo real y lo irreal, me encantaría coger Doce cuentos peregrinos, de Gabriel García Márquez, y poder hacer una serie con ellos.

Han pasado muchos años desde que Lorca la embaucó.
Sí, pero aún recuerdo la sensación absolutamente brutal, como de patada en el estómago, que tuve a los 14 años al leer Bodas de sangre. Recuerdo a Lorca como algo profundamente esencial y visceral, parece que te pertenece. Como los grandes poetas, da voz a las entrañas.

¿Y qué ha aprendido con La novia?
Mucho a nivel de resistencia y de valentía narrativa, de intentar ir siempre más lejos y siempre lo más lejos posible. Eso tiene muchos riesgos y puede acarrear muchos desequilibrios, pero tenemos que ofrecerle al espectador la experiencia que le eleve y le ensanche el alma lo más intensamente posible.