Beatriz Bodegas “Cada vez está más borrada la posición del productor independiente”

Unida a Raúl Arévalo por su amor al cine, la dinámica productora Beatriz Bodegas ha dado en el clavo con Tarde para la ira | Por Chusa L. Monjas

© Marino Scandurra

De niña, Beatriz Bodegas se pasaba los fines de semana en un cine de barrio de sesión continua y veía en casa tantas veces las mismas películas que se sabía los diálogos de memoria. Con unos padres cinéfilos que le enseñaron “el amor al cine, al arte y el respeto a la cultura”, y a los que dedicó el Goya a la Mejor Película, esta risueña madrileña estudió Derecho, pero la vida la llevó a la producción.

Desde su bastión en una céntrica calle madrileña, sede de su productora La Canica Films, hila sus sueños para el cine español y habla con un entusiasmo contagioso de los proyectos que se trae entre manos. Lleva en la profesión veinte años, los seis últimos en la producción independiente, tiempo en el que ha respaldado cinco películas y a los cineastas Bigas Luna, Jorge Torregrossa, Antonio Hernández, Gustavo Ron y Raúl Arévalo, de quien ha sido cómplice en el descubrimiento de la temporada: Tarde para la ira.

Madre de dos hijos, que el día después de la 31 edición de los Goya fueron recibidos con aplausos por sus compañeros, Bodegas hace balance de esta historia de venganza que se está vendiendo en todo el mundo –en Italia se estrenará el 30 de marzo y en Francia el próximo 24 de abril– y que representará a España en los Premios Ariel. Elías Querejeta es el referente de esta enemiga de la monotonía –sobre todo en el trabajo– que tiene en su despacho los carteles de Uno de los nuestros, Mi panadería en Brooklyn y, por supuesto, Tarde para la ira. Pósters que ahora comparten espacio con los galardones que ha logrado con está ópera prima: el Goya, la Medalla CEC, el Feroz, el José María Forqué, el Fotogramas de Plata y el del programa ‘Días de cine’, entre otros.

Los Goya le han sacado del anonimato, ¿cómo lo lleva?
Creo que mi entorno lo siente más que yo. Yo sigo con mi día a día, que es una locura.

Debería estar familiarizada porque desde que la película se presentó en Venecia no han parado de recoger premios.
No me acostumbro. Cada galardón que hemos recibido ha sido una sorpresa y lo hemos vivido como si fuera la primera vez. Es bueno no perder eso porque, si te acostumbras, se pierde la emoción.

Ahora todo son aplausos y felicitaciones, pero ¿se sintió apoyada en Venecia, donde Tarde para la ira era la única baza española?
Ahí empezaron a respaldar el proyecto. Los medios de comunicación siempre han estado muy a favor de la película. Como vieron que era un buen filme, el resto de las instituciones lo fueron avalando. El apoyo ha ido in crescendo.

Y cinco meses después de la proyección en Venecia, llegan los Goya y su producción conquista cuatro premios, entre ellos el de Mejor Película.
Lo veía tan inaccesible… Es especial porque es el reconocimiento de todos los compañeros. En todas las entregas de premios en las que hemos estado me he dado cuenta de que se busca el cine independiente, diferente y con voces nuevas. Se ha premiado la independencia, la diferencia, lo distinto y el riesgo. Este es el tipo de cine que intentaré seguir haciendo y del que quiero vivir, aunque todavía no sé si es posible o no.

¿Qué recuerda de la gala del 4 de febrero?
Al principio estuve muy pendiente de los miembros del equipo que estaban nominados porque somos como una familia. Me puse nerviosa al final, con el último sobre, instante en que sentí mucho amor a mi alrededor, una energía muy positiva. A la derecha estaba mi hija y a la izquierda tenía a Raúl, cuando dijeron Tarde para la ira mi hija me abrazó y se puso a llorar. Me emociono cada vez que rememoro ese instante.

Un momento único.
Me ocurrirán otras cosas, pero serán distintas. Es que la primera vez…

Pero Tarde… es la quinta historia que produce.
Sí, pero es la primera vez que se ha generado todo esto.

Debutó con un veterano, Bigas Luna, con DiDi Hollywood, y luego ha trabajado con realizadores debutantes.
Es lo que quiero y lo que me gusta. Mi siguiente proyecto también es de un novel.

¿Qué tenía el guión de Tarde para la ira para que se lanzara a la piscina?
Me engancharon los personajes, me sorprendieron los giros… era un peliculón. Raúl me contó la historia y me di cuenta del talentazo que tenía, me dio mucha tranquilidad. Estaba más segura que él de que íbamos a hacer la película.

Y a la manera tradicional, porque ha ido de la mano del director y ha participado activamente en todas las fases.
Reivindico la figura del productor. No solo consigue el dinero, que también, pero es una parte pequeña dentro de todo el trabajo que hacemos. Lo más bonito de ser productor creativo es involucrarte con el director y tomar decisiones. El director necesita otra persona con la que hablar y discutir porque a lo largo del proceso surgen muchas dudas. Viene bien y es muy sano tener una visión ajena. Hay más compañeros que trabajan así. Repito con los directores con los que tengo esa química y, si noto que no me escuchan, que me ha pasado, no vuelvo a contar con ellos.

Va de la mano del cineasta y respetando sus decisiones y libertad.
Se trata de sumar. Es muy importante la actitud del director, si ve en ti una persona que le aporta, todo es más fácil. Si el director cree que lo sabe todo y piensa que tú estás ahí para darle solo lo que él pide, ya estás en una posición en la que es muy difícil entablar un diálogo a nivel creativo. Raúl es generoso y muy listo. Escucha, lo que no es muy habitual.

Corrieron ríos de tinta cuando declaró que había hipotecado su casa para rodar la película.
Un productor creativo hace mucho más que conseguir el dinero, pero una parte de la financiación de Tarde para la ira fue un crédito personal que me concedieron poniendo como garantía mis bienes. No somos subvencionados, somos empresarios que arriesgamos porque creemos en el proyecto.

La travesía de Tarde para la ira ha sido larga.
Hubo momentos duros, como cuando recibimos muchos no es para financiar la película y con el montaje de la imagen, que fue complicado y delicado. Pero lo superamos. Fue mágico cuando supe que la película iba a ser una realidad y el primer día de rodaje.

© Marino Scandurra

¿Cómo dificulta hacer cine al margen de las televisiones?

Nunca he trabajado con las cadenas privadas porque no se ha dado, no porque no haya querido. Con las grandes cadenas, la parte de tesorería la tienes cubierta, mientras que cuando estás sola, no solo tienes que hacer bien tu trabajo de producción, también tienes que ser muy previsora. Me daba terror no poder pagar al equipo, por lo que me preocupé de tener dinero de más para cubrir.

Donde se nota muchísimo el respaldo de una televisión es en el lanzamiento de la película porque las cadenas tienen todos los medios a su alcance para comunicar que el filme existe y llegar al público. Y hay indicaciones desde arriba para poner toda la programación al servicio de la película.
Contamos con TVE en la compra de derechos de antena, pero es otra filosofía, otro negocio y otra estructura de empresa. Raúl y todos los actores se han dejado la piel y han estado en todos los medios, pero la mayor parte del público acude a las grandes cadenas de exhibición y va a ver lo que dicen en televisión.

Además, mi sensación es que en algunas cadenas se cuida más la película americana, la española siempre es la pequeñita. Vas a un complejo cinematográfico y, según estén posicionadas las películas, ya las percibes de una manera determinada.

¿Le gustaría producir con una privada?
Sería interesante con otro tipo de cine. El cine que me gusta no se hace con las grandes cadenas. Quiero producir con libertad y con el director como hemos pensado y soñado la historia. Las películas medias de autor siempre han tenido su espacio y ahora son un gran riesgo, y yo reivindico que se puede hacer este tipo de cine y que tenga su posición en el mercado y entre el público. Durante muchos años, el espectador iba a las salas para ver este cine. Hace 20 años, Tarde para la ira habría hecho más taquilla que ahora. Hay que recuperar la posición del productor independiente, que está cada vez más borrado y que debería tener más apoyo. Todavía no sabemos qué resultados tendrá el nuevo modelo de subvenciones, pero hoy no podría poner en pie Tarde… porque tendría que ir por la ayuda especial, que no puede superar un millón de euros, y nuestra película ha costado 2.100.000 con copias y publicidad. Pagamos un dineral en Seguridad Social, el IVA es altísimo… Pido apoyo para este tipo de cine, el cine mediático y empresarial no necesita aval.

¿De qué adolece el cine español?
De educación. Hay que educar a los chavales en el cine, en el arte, en la cultura. Hay que hacer una apuesta de futuro y que los más pequeños aprendan a ir a las salas, al teatro, al ballet, a las exposiciones, porque hoy en día no van, no conocen a los grandes directores, a los clásicos. Hay una falta de cultura brutal y es muy triste porque es nuestra esencia. A los jóvenes hay que formarles y que encuentren el cine en el cine y sepan que hacer una película requiere dinero, no se pueden bajar películas gratis porque se hace mucho daño a mucha gente que vive de ello.

¿Entiende el cine como una industria o como una forma de artesanía?
Estoy a favor del cine que hacen las televisiones, lo defiendo y me gusta, pero hay espacio para todos. Que una película sea comercial y recaude mucho dinero es beneficioso para todos. Pero hay un cine muy bueno que el espectador no sabe que existe, y a ese es al que hay que ayudar. Pero lo primero que tienen que hacer nuestros gobernantes es reconocer la valía de nuestra cinematografía.

Trabajo, empeño y “algo de suerte”
Bodegas tiene muy presente todas las “cosas bonitas” que Raúl Arévalo ha dicho de ella, pero si se tuviera que quedar con una, sería ‘Bea, sin ti esto no hubiera sido posible’. Dispuesta a reincidir con el mismo equipo de producción en el que será el segundo largometraje del Arévalo director, la productora madrileña no se deja llevar por la confianza que otorga atesorar tantos premios. “Vamos a ver en qué se traduce tanto ruido. Tarde para la ira ha vuelto a las salas (150) y ya acumula 1,4 millones de euros. Esto no ha sido casualidad, llevaba trabajando en ello antes de las nominaciones. Pregunté a los distribuidores cuántas nominaciones necesitaba para que se volviera a proyectar la película, me contestaron que 8 ó 9. Cuando consiguió 11 y ya había empezado a recibir premios, solo había 3 copias en salas. Los expertos dicen que lo único que realmente se nota en taquilla es el Goya a la Mejor Película. Siempre hay un peldaño más que subir, no puedes bajar la guardia. Los distribuidores anuncian que, si hay suerte, podremos llegar a los 1,6 millones de euros, una cifra que tiene una lectura dura porque ¡con todos los reconocimientos que ha tenido!”.

Aparentemente, parece más fácil ser productora que directora.
No estoy de acuerdo. Ambas profesiones son difíciles. Es cuestión de trabajo, empeño y, sin duda, habrá algo de suerte. Cualquier puesto en el cine, en la vida, es complejo, hay que pelear mucho. Lo que hay que lograr es que, con independencia del sexo, se reconozca a las buenas profesionales.

“No somos subvencionados, somos empresarios que nos arriesgamos porque creemos en el proyecto”

¿Mira con especial atención los proyectos femeninos?
Sí, aunque los que me llegan son muy pocos. Al final elijo porque la historia me atrapa o porque creo que el director tiene un gran talento.

En el caso de tener dos guiones que le entusiasmaran, uno con la firma de un hombre y el otro de una mujer, ¿cuál haría?
Los dos.

En los últimos años, el Goya de Mejor Película lo ha levantado una mujer: Marta Esteban, Mercedes Gamero, Cristina Huete, Isona Passola, Esther García…
Lo que me gusta de la producción es que estás en todas las fases, en la parte creativa, el rodaje, la música, el montaje, la promoción, el marketing… Tienes una visión muy amplia del cine y como es un trabajo muy variado, es muy divertido, nunca te aburres.Hay que amar el cine para dedicarte a la producción. Necesitas mucha pasión, amor y un carácter vital para no decaer en los momentos complicados porque estos no pueden durar mucho, hay que levantarse rápido.

Su obra hablará por usted, ¿qué le gustaría que dijera?
Que fue arriesgada, diferente, buena, y que ayudé a la construcción de la carrera de cineastas.

¿No le atraen los directores confirmados?
Sí, pero los cineastas consagrados tienen ya sus productores y yo respeto mucho el tándem que se genera entre director y productor, nunca me metería.

¿Es más de proyectos o de nombres?
Soy de personas. Es un tema de piel. Con los años, me he dado cuenta de que me tengo que escuchar porque cuando no lo he hecho, me he equivocado.

Tengo en proyecto una comedia negra con Achero Mañas y un guión inspirado en Casa de muñecas, de Ibsen, de un director debutante, Jota Linares.

¿Rodará en 2017?
Quiero vivir de este cine, así que necesito rodar este año. Si todo va bien, rodaré las dos historias.

¿Qué cine le interesa?
El que te hace sentir, el que te conmueve y remueve. El que cuando sales del cine lo haces con algo diferente. Me gustan las historias con mensaje, con un punto social. Hay una idea para hacer un filme que denuncia situaciones ante las que cerramos los ojos, pero tenemos que hacerlo de manera que la gente vaya a verlo. Últimamente escucho mucho ‘no quiero ir al cine a llorar, no quiero pasarlo mal’.

“Tengo en proyecto una comedia negra de Achero Mañas y un guión de un director debutante, Jota Linares”

Desde Tarde para la ira, ¿recibe más guiones?
Si antes tenía 50 para leer, ahora son 300. No tengo capacidad porque yo soy la que los lee y quiero cuidar mucho lo que hago. En mi compañía somos tres personas, y quiero seguir siendo pequeña.

¿De dónde viene La Canica Films?
Cuando decidí montarme por mi cuenta y todo el mundo decía que estaba loca, pensé con una amiga nombres para la nueva aventura. Tenía que ser un nombre que comunicara siempre en positivo, relacionado con el juego y fácil de pronunciar para los extranjeros.

Ya que ha sacado su pasado, ¿por qué dejó la parte jurídica del negocio por la producción?
Quería dedicarme al cine, pero no sabía en qué parte. Estudié Derecho y mi tío –el director y guionista Roberto Bodegas– me comentó que el tema de los derechos de autor era novedoso y no había muchos profesionales. Empecé a trabajar en Sogecable y luego en Warner, donde me ocupé del aspecto jurídico y también de la producción. Formar parte de estas dos empresas me ha aportado una visión global del negocio: saber qué posición tiene el distribuidor, cómo ve tu película, cómo la trata, saber cómo se mueve una multinacional… Conocer el otro lado es fundamental.

¿Qué película le hubiese gustado producir?
Uno de los nuestros.

¿Cuál sería su película redonda?
Me gusta el género, el cine negro, y también me gustaría hacer un musical con una historia potente, de denuncia. Tenemos elementos para hacer un West Side Story cañí, pero el público español no está acostumbrado a los musicales.

A los americanos sí.
Aquí se ve todo lo estadounidense. Y si no gusta un filme, no se castiga a toda la cinematografía como hacen con el cine español.

Pero el espectador español ya no pasa de su cine.
Cierto, y eso se lo debemos a las televisiones porque han sido las películas que han respaldado las que han acercado al público a nuestro cine. Por eso es tan importante la promoción, nuestro talón de Aquiles, ya que las producciones independientes parten de menos cero. El boca-oreja existía hace años cuando la película estaba meses en la sala, ahora no porque no da tiempo. Antes de las nominaciones, solo una sala mantuvo Tarde para la ira.

No podemos acabar con las sombras, dígame las luces del cine español.
El talento. Hay personas muy preparadas con ganas de contar historias muy interesantes y con una visión diferente.