“Mi único mérito es la testarudez”

Isabel Coixet aspira al Goya a Mejor Dirección por La librería

 

Forma parte de una generación que piensa que “las películas pertenecen a los autores, aunque siempre con la colaboración de un millón de personas estupendas”. La librería cuenta con 12 nominaciones a los Goya, en las que ve reconocidos a esos compañeros, “los decorados de Llorenç Miquel, el vestuario de Mercè Paloma, la fotografía de Jean Claude Larrieu…”. Junto a ellos y un reparto soñado ha rodado en inglés, pero matiza que “las películas tienen el lenguaje que el director quiere que tengan, y que los actores hablen en bable, catalán o suajili no importa, porque el lenguaje del cine es universal”. Mira atrás y se da cuenta que de la Coixet que a los 19 años hacía entrevistas para Fotogramas “queda la persona a la que le gustaba mucho preguntar”. Aún hoy continúa sintiéndose más cómoda preguntando que respondiendo. Quizá sea por aquello de ser, tal y como ella expresa, “muy chafardera”.

Por Juan MG Morán

 

¿Recuerda el momento en el que leyendo la novela de Penelope Fitzgerald pensó “aquí hay una película”?

Pensé que la había, pero estaba convencida de que algún cineasta británico tendría los derechos. Cuando hablé con los productores y descubrimos que estaban libres, me asombré. En el libro leí una historia que partiendo casi de una anécdota podía trascender; ahí había una película que podía tener una resonancia universal.

¿Qué vio en esta historia que pudiese cobrar sentido también en la gran pantalla?

Esto es como el amor, uno se enamora de historias que te recuerdan cosas, que tienen que ver con tu vida. Cualquiera que haya sentido bullying o haya querido emprender un proyecto y se hayan reído en su cara puede sentirse conectado con Florence, la protagonista de La librería. Casi todos hemos pasado alguna vez por ahí.

¿Qué tiene en común usted con ese personaje?

La vulnerabilidad, la inocencia, la cabezonería, el no medir las consecuencias de las cosas, el autoboicotearse, el infravalorarse… Esas cosas que ella tiene, yo también las tengo.

“Entre libros, nadie puede sentirse solo”. ¿Por qué rodar una carta de amor a los libros?

Porque alguien tenía que hacerlo. El peso del libro en la mano, el olor, el recorrer librerías mirando contraportadas, buscando autores que no conoces y descubriéndolos, es algo que para mí es más que fundamental, porque no sé que sería de mi vida sin los libros.

Una librería siempre es casi un refugio…

He paseado muchas veces por ciudades desconocidas, y de repente estás en una ciudad en la que no hablas el idioma, entras en una librería y puedes pasearte y abrir libros. En todas las librerías del mundo, hasta en las más pequeñas o las más precarias, encontrarás siempre una persona con gafas leyendo en un mostrador. Por ejemplo, en un pueblo perdido de la provincia senegalesa de Casamance, donde apenas hay un puñado de chabolas, puedes encontrar una librería con libros de segunda mano que se dejan los turistas en los hoteles. En la caja hay un chico con gafas leyendo.

A Florence le toca bregar con la derrota. ¿Cuesta más afrontar un éxito o un fracaso?

Mi carrera profesional ha sido una montaña rusa, y he aprendido a aceptar las dos cosas tranquilamente. Todo forma parte de arriesgarte, porque si no te lanzas ¿qué sentido tiene hacer lo que haces? Yo a veces acierto y a veces no, pero siempre hay una búsqueda en lo que hago. Es bonito cuando sientes que lo que haces conecta. Hoy mismo he ido a un bar y un chico de Tenerife me ha dicho que vio el otro día la película con su abuela de 92 años que está sorda. Ni siquiera era una versión subtitulada, la vio sin sonido y le gustó mucho. Esa es la actitud.Una nueva victimización.

 

Rueda cine independiente, ¿sigue encontrándose una cineasta de su talla con obstáculos?

Obstáculos y dificultades todas. Cada película es una odisea, muchos años y reuniones en festivales que no van a ningún sitio; gente que intenta que cambies el guión en un sentido que tú sabes que no funcionará. Mi único mérito es la testarudez, mantenerse firme es la única respuesta, porque la vida me ha enseñado que cuando he cedido a presiones de gente que tenía otra idea de la película la he cagado. Pues prefiero fastidiarla, pero con mis errores.

Este año a nivel mundial, en el sector del cine, la mujer ha sido protagonista por motivos muy desagradables.

Es irónicamente gracioso que las mujeres sean noticia porque han sido acosadas, porque les han metido mano. Hay un alimento del morbo que no me gusta: hace poco vi en un programa de televisión americano cómo una presentadora le estaba preguntando a tres mujeres que habían denunciado a Harvey Wenstein cosas muy gráficas. Yo no necesito saber ese tipo de información.

¿Encuentra alguna visión lúcida?

Esta mañana he leído un comentario fundamental de la actriz Taraji P. Henson: “En el momento en que empecemos a hablar sobre cómo sacar de la Casa Blanca al señor que se jacta de que a las mujeres hay que cogerlas por el coño, entonces podremos hablar de Hollywood”. Esto es una historia de poder, y circunscribirlo al mundo del cine es perjudicial para nosotras, porque parece que el único sufrimiento que cuenta es ese. Está muy bien que se hable de ello, pero también hay que hablar de otras cosas que son criminales en un sentido de género y de aberración, porque si esto copa toda la información que se da sobre las mujeres estamos ante una nueva victimización, que en este caso coloca a las mujeres en un gueto de vulnerabilidad que no nos conviene.

¿Estamos ante un punto de inflexión?

Al menos lo más positivo es que igual hay hombres en posiciones de poder que se lo pensarán dos veces antes de tener las manos tan largas. Pero que esto vaya a mejorar nuestra situación en el mundo del cine, que vaya a haber más mujeres técnicas o en posiciones de poder y financieras, realmente no lo creo.

¿Qué libro tiene ahora en la mesilla de noche?

El muelle de Ouistreham. Un libro de una periodista que se llama Florence Aubenas que trata sobre la precariedad, sobre la manera en que hay una serie de colectivos marginados de la literatura y el cine: la gente que limpia nuestros baños, que cuida a los ancianos, la gente que está ahí y a la que no sabemos ver.

¿Qué será lo próximo con lo que nos sorprenderá?

Hace bastantes años que leyendo el libro de Narciso Gabriel, Elisa y Marcela, empecé a ver la historia de esas dos mujeres que se casaron en 1910 en Galicia, primer matrimonio homosexual en el mundo. Espero poder hacerla y poder contar con dos actrices españolas maravillosas.