Foto: ©Enrique Cidoncha

Carla Simón, directora y guionista de Verano 1993, desgrana qué descubrió en David Verdaguer, ganador del Goya a Mejor Actor de Reparto por esta cinta

Por Carla Simón

Para Estiu 1993 buscábamos actores que se parecieran a los personajes que había escrito, tanto para las niñas como para los adultos. Pero con David decidimos hacer una excepción. David no es Esteve. Esteve es un personaje metido hacia dentro, David es sumamente extrovertido. Esteve toca la guitarra, conduce y fuma. David no conduce y no tiene ni idea de tocar la guitarra, pero tal y como él afirma, fuma muy bien. Esteve tiene hermanos, ha vivido una muerte cercana y le gusta el campo. David es hijo único, ha tenido una vida feliz y le gustan las rotondas. No, David no es Esteve.

Pero en David descubrí una naturalidad desbordante que uno no encuentra en cualquier actor. David tiene verdad, parece que no hace nada pero llena la pantalla de matices. David tiene esta mágica capacidad de hacerte creer que todo lo que hace le sale de dentro. Y por eso decidí hacer una excepción: David no era Esteve pero podía serlo. Y esto suponía crear un personaje algo nuevo para él, suponía explorar todas las facetas de este gran actor.

Y eso no es todo. En el momento del casting aún no me había dado cuenta del secreto mejor guardado de David: su capacidad para crear relaciones extremadamente humanas, cercanas y reales con sus compañeros de trabajo. David interactúa con el otro de una manera magistral, consiguiendo que el resto del elenco actúe a su mismo nivel. Y ahí fue donde descubrí que David es un imán para los niños. Paula y Laia lo adoran, lo aman, y de alguna manera querrían ser sus hijas. David, junto a Bruna, consiguió que la familia de Estiu 1993 pareciera una familia real. Y esto fue gracias a su generosidad, disponibilidad y paciencia en un proceso de ensayos que no era solo para crear su personaje, sino para generar una familia entera.

Y luego llegó el rodaje. Poder contar con David en el set significa tener un aliado. Es de esas personas que en todo momento te hacen creer que la historia que estás contando vale la pena. Está siempre a favor de la película. Es capaz de reducir la tensión en el set y llenarlo de positividad. Poner a David Verdaguer en tu rodaje también significa cohesionar a tu equipo. Y sin duda, terminas llevándote a un amigo para toda la vida.

David me dijo: “Por esta película nunca me van a dar un Goya”. Él creía que su personaje era pequeño, pero pronto nos dimos cuenta que su rol era en realidad enorme. Y no puedo expresar el orgullo que sentí cuando oí su nombre en la gala. Aunque David no se lo esperara, se lo merecía sin duda, por su trabajo delante y detrás de las cámaras. Tanto él como yo estamos enormemente agradecidos a la Academia por haber valorado su talento.

David demostró que puede tener muchos registros, porque es ya un diamante en neto a quien espero que le aguarden infinitos personajes. Directores, tened en cuenta a David Verdaguer para vuestros futuros proyectos, porque su generosidad, su entrega y su verdad son cualidades escasas que, reunidas en un mismo actor, lo convierten en un tesoro.