Javier Fesser dedica unas palabras a Javier Gutiérrez, Juan Margallo, Jesús Vidal y Gloria Ramos, nominados a los Premios Goya

Por Javier Fesser

Javier Gutiérrez | Marco. Si yo fuera un personaje, me gustaría que me interpretara Javi Gutiérrez, porque sé que se ocuparía exquisitamente de mí, que miraría varias veces a ambos lados de la película antes de dejarme cruzar. Y porque sé que cruzaríamos seguros pero muy pegaditos a los coches que pasan, con emoción, con la excitación del que aprovecha cualquier oportunidad para jugarse un poquito la vida.

Que Javier es un actor enorme no lo he descubierto yo, pero tampoco descubrí América y sin embargo quedo fascinado cada vez que piso Nueva York. Y quedo fascinado cuando veo trabajar a Javier porque utiliza su ya gigante experiencia en jugar, en probar, en inventar cómo mejorar cada toma y en invitarte a ti a hacer lo mismo. Me gusta y me da mucha seguridad que Javier tenga tan en cuenta la cámara, la lente que le retrata y el ensamblaje final de los planos que yo, como director, tengo en la cabeza para cada secuencia. Su necesidad de saber qué está pasando por tu mente le convierte en cómplice y colaborador de cada acción que se perpetra en el rodaje.

Esa involucración total, en donde Javier siempre lo da todo, sin guardarse nada, sin protegerse de sí mismo, hace del Marco de Campeones un personaje al que el espectador se acopla irremediablemente, y con quien desea recorrer de principio a fin la aventura emocional que propone la película. Javi Gutiérrez ha construido con su inmenso talento un protagonista lleno de atractivo, de ternura, de humanas contradicciones, de humor, de preciosa fragilidad y de una empatía que ni él mismo logra destruir en sus momentos de máxima chulería. Porque lo que hace es siempre creíble, fácil de reconocer, convirtiendo a su personaje, como solo los grandes saben hacer, en el espejo en el cual el espectador se ve a sí mismo.

Y lo que sí he descubierto yo en él, como Colón en América, es una cualidad que he bautizado con el nombre de “montagenia”. Así como la fotogenia facilita a algunos el muchas veces doloroso trámite de ser retratados, la montagenia es la cualidad por la cual ciertos intérpretes convierten en gozosa la vida del montador. Javier no repite dos tomas iguales, no coge el balón nunca en la misma posición y, sin embargo, cada fotograma de sus actuaciones encaja perfectamente con cualquiera del siguiente plano. Puedo asegurar lo que estoy diciendo, lo he comprobado una y otra vez con asombro. Hay algo en la coreografía de sus movimientos, de sus miradas –por discretas que sean–,  que dotan a su personaje de un ritmo interno, mágico e imposible de racionalizar, y que provoca una fluidez natural en la que todo se convierte en creíble, en orgánico, en pura verdad que uno observa sin pestañear.

Foto: ©Jorge Fuembuena – Academia de Cine

Juan Margallo | Julio. ¿De dónde ha salido este señor y cómo he podido tardar tanto tiempo en fijarme en él? Esa es la frase que saltaba en mi cabeza cada vez que veía a Juan Margallo en acción. Qué suerte y qué acierto. Elegir a un actor o a una actriz para interpretar a un personaje al que conoces, quieres y respetas tanto es una responsabilidad enorme. Y pocos placeres son comparables en mi trabajo al que sientes cuando aciertas de lleno en esa elección. Es el caso de Juan Margallo para dar vida a Julio, el director del club “Los Amigos”. Juan ha encarnado magistralmente la serenidad que da la experiencia, pero también la inocencia y la mirada traviesa del niño que nunca abandonó a su personaje. Un personaje que partió de una propuesta del propio actor: “La alegría del descubrimiento es intransferible”. Esa frase se la escuchó hace muchos años a su profesor de teatro, William Layton, y ha sido una motivación impagable para mí a la hora de darle forma a ese maravilloso anciano que anima, protege y defiende, sin paternalismo alguno, a un grupo de deportistas con discapacidad intelectual. Y que da lecciones, pero dejando que seas tú quien las descubra. Juan es un actor que te deja con ganas de más cuando pronuncia frases con tal espontaneidad que parece que se le acaban de ocurrir, pero sobre todo cuando escucha. Porque no recuerdo a ningún personaje escuchar tan bien como lo hace Julio en la piel de Juan Margallo.

Jesús Vidal  | Marín. Adoro la fragilidad con la que Jesús Vidal ha impregnado a Marín, el personaje al que da vida este actor tan maravillosamente diferente. Jesús interpreta una discapacidad intelectual desde su discapacidad funcional: una ceguera casi total que no le impide realizar ni una sola actividad en su vida. Y que no le impidió meterse en el fregado de hacer una película en la que iba a tener que meterse, día sí y día no, en una cancha de baloncesto entre diez jugadores que, desde su perspectiva, solo eran sombras que se desplazaban alrededor de él a la velocidad de la luz y que lanzaban pelotas como si fueran cañonazos. Jesús es un hombre sin miedo y un actor agradecido hasta el infinito. Un actor, para mí revelación donde los haya, que te da las gracias por cada corrección, que entiende que todo puede hacerte mejorar si tu actitud es la acertada. Esa es su elección, trabajar desde una humildad tan de verdad que provoca admiración y mucha envidia. Una humildad que le hace entender su nominación al Goya como un premio a todos sus compañeros de reparto y que convierte su trabajo en un precioso homenaje a las capacidades diferentes de los protagonistas.

 

Foto: ©Jorge Fuembuena – Academia de Cine

Gloria Ramos | Collantes. Gloria acumula tal cantidad de energía vital que solo de pensar en ella se te carga el móvil. No era actriz cuando nos conocimos, pero deseaba serlo desde el día en que nació. Precisamente ese día, su madre pensó que jamás volvería a sonreír. Y ahora confiesa que, en los 24 años que lleva con ella, su hija no ha parado de hacerla reír. Ese es el regalo que trae Gloria Ramos debajo del brazo: alegría, ganas de vivirlo todo y valor, mucho valor. Gloria ha afrontado el reto de interpretar a un personaje tan decisivo dejando de lado todos los miedos que cualquiera de los experimentados profesionales tendríamos. Gloria no metería jamás tripa mientras le hacen una foto, no pediría retoque de maquillaje, no repetiría nada si tú le has dicho que lo ha hecho bien. Esa valentía y esa confianza en sí misma la han convertido en una actriz, en la revelación de un talento inusitado y a prueba de bombas. Su siempre sorprendente trabajo, su arrolladora expresividad, su increíble fuerza y  su indiscutible belleza como mujer y como ser profundamente humano, la convierten para mí en una actriz irrepetible, de estas que colocas frente a la cámara y ya nadie te hace preguntas en el rodaje acerca del decorado, la luz o el vestuario. Una actriz que lo llena todo y que ha permitido que Collantes, su personaje, catalice y remueva a sus nueve compañeros masculinos.