La gala de las lloronas

©Pipo Fernández

©Pipo Fernández

María Barranco recuerda su experiencia presentando los Goya, con motivo de la 3o edición de los premios

Una de las noches más inolvidables de mi vida. Voy a parecer una folclórica, pero fue todo maravilloso, maravilloso… Yo estaba muy nerviosa por la responsabilidad que suponía, además estaba rodando Boca a boca y no tenía demasiado tiempo para prepararme. Pero fue la noche de ­Días contados, y a medida que la película iba ganando Goyas yo me fui viniendo arriba y al final me comía el escenario y me comía todo.

Con el texto me ayudó mucho Joaquín Oristrell, además del director Manuel Huerga. En ese momento, aunque era una gala importante, no se preparaba tanto como ahora a nivel de show televisivo. En ese momento mi hija tenía un año y medio y, claro, yo ensayaba con ella en brazos. No paraba de repetir “¡bienvenidos a la gala de los Goya!”. Recuerdo también cómo jugaba todo el rato ese día con los propios Goya, que le gustaban más que los muñecos de Disney.

Fue una gala muy emotiva, aparte de por lo que nos tocó vivir a Imanol Uribe y a mí, por el Goya de Honor para José María Forqué. Su hija Verónica también estaba muy emocionada, y recuerdo que la llamaron la gala de las lloronas. Yo al final de la gala también me puse a llorar y ni dije texto ni nada, hala, ¡viva el cine español!

También participé en la décimoquinta edición, que la presentamos tres parejas. A mí me tocó con Jose Coronado, y la responsabilidad fue menor porque al ser tantos presentadores nos repartimos las intervenciones. Fue muy divertido porque cantábamos dos canciones. Yo abría con Jose y después pudimos estar más relajados.

Mi gran recuerdo también es hacia José Luis Borau, que era en ese momento el presidente de la Academia, y creo que fue consiguiendo que la gala fuera cada vez más importante y glamurosa. Que optaran por mí como presentadora fue muy bonito; era un momento en que yo tenía varias películas por estrenar y para mí fue un regalo.

Me emociona que los Premios Goya hayan adquirido la importancia que tienen, que es la que deben tener. Ha costado, porque recuerdo los primeros y la evolución ha sido brutal. Espero que esto sirva para vender nuestro cine, y que la Academia continúe con su labor, que no solo es dar Goyas, sino que tiene una función muy importante para sus miembros y para el público. Es un niño que ha salido muy guapo.