Viene una chica

Tino es el protagonista de esta ficción. Tiene 17 años y una particularidad que le diferencia de la mayor parte de la gente: el síndrome de Down. La película cuenta lo que va a ser un período decisivo de su vida, las circunstacnias en que descubre tanto el amor como las pequeñas desdichas que conlleva. En el momento en que nos acercamos a su vida, su mundo está configurado principalmente por sus amigos del colegio, con los que comparte muchas horas de formación, y por su hermana Licia (que le adora) y la pandilla de ésta. Al margen de las actividades escolares normales, en el centro preparan una obra de teatro. Tino tiene un papel principal en ella, como también Logio, su gran amigo, su confidente. Es a éste a quien cuenta lo mucho que piensa en Bego, compañera de estudios de ambos. Y es éste quien le propone una estrategia de progresivo acercamiento a ella, en sucesivas misas mañaneras a las que la chica es tan aficionada. Tino pone en marcha la estratagema que acabará dando sus frutos. Está por otro lado el primo Baldo, que decide fugarse de la ciudad con Elvi, su novia. Tino debe ayudarles a poner en marcha el plan. En el cumplimiento de su misión le tocará vivir una serie de divertidas peripecias y aprenderá a marcar las distancias frente al fenómeno amoroso. Cosa que no le vendrá nada mal porque su propia novia, Bego, le deja plantado y rehuye en adelante su proximidad. No hay mal que cien años dure: de pronto aparece una muchachita que cautiva a todos los varones de la pandilla que Tino frecuenta con ssu hermana Licia. Dos de ellos, Nacho y Cruz, apuestan que se la llevarán por banda. Un día que Tino está ante el escaparate de una pastelería, ve venir a la forastera y pararse a su lado. Nace así una relación entre ellos que Tino quisiera llevar lo más lejos posible, estimulado por la idea de ganar la partida a los dos chuletas. Pero la aventura tendrá fin en la sesión de tarde de los cines Van Gogh, donde la muchacha, enterada del juego del que es objeto, ha dado cita simultáneamente a sus tres pretendientes, que habían cantado victoria demasiado pronto. Tino acompaña a Mina, una comopañera de curso, para ayudarla a escoger un regalo. Mientras están comprando, ven pasar a Logio, su gran amigo, y a Bego, su primer amor, muy agarraditos del brazo. Ante la estupefacción del muchacho, Mina le revela que, tiempo atrás, Logio habría hablado con Begoña para decirle que Tino iba a misa con la perversa intención de seducirla. Así ganó su confianza y empezaron a salir juntos. La función del teatro del colegio en que Tino hace de protagonista servirá para poner las cosas en su sitio: Logio no aparece en escena cuando le toca entrar, diríase que el acto va a acabar en catástrofe. En medio del desconcierto general, Tino improvisa un final que será su revancha frente al traidor y que arranca los aplausos enfervorecidos del público: Tino se encuentra en adelante preparado para enfrentarse a la vida con una mirada nueva.